12 de marzo de 2010

Diez preguntas a María Fux “La vida de Isadora Duncan repercutió en la mía”

—¿Qué siente cuando le preguntan: “Usted todavía baila”?

—Que lo extraordinario es que pregunten, porque si fuese pianista o
escultora no preguntarían; mi cuerpo, si bien no es el mismo de los 15,
no es ... lo único que tengo, soy lo que hay dentro del cuerpo y el cómo
voy por la vida. Estoy viva, tengo algo para dar, hago lo que amo y
averiguo cómo mi cuerpo y mi ser como persona me hicieron cuidar mi
instrumento y hacer lo que estoy haciendo. Casi la pregunta suena a
“cómo, no está muerta...”.

—¿Tiene alguna fórmula o secreto?

—Que no me he mentido a mí misma, tengo continuidad, siento que no sé, que tengo que aprender algo todos los días.

—¿Cómo fue empezar a bailar?

—Sabía
que el movimiento era mi camino, qué iba a pasar nunca lo supe, lo
aprendí a medida que crecía y viendo que lo que creaba en los
escenarios se hizo método. Pero todo salió del escenario, ahí arrancó
todo.

—Leí que admira a Isadora Duncan. ¿Por qué?

—Alguien, hace mucho, me regaló un libro con la vida de Isadora y eso me dio
respuestas a través de lo que era ella como persona y bailarina, ella
rompió, hizo cambios y eso repercutía en lo que yo trataba de buscar.
Sin dudas repercutió en mi vida.

—¿Qué es la danzaterapia?

—Son los cambios que se producen y reproducen en el movimiento. Yo no curo
nada ni interpreto. Abro las puertas a todos, es un estudio integrado
de gente con síndrome de Down, sorda, ciega, con problemas con la vida,
alegres, tristes; depende del día. Además, cuántos no sordos no
escuchan nada y cuántos que ven son ciegos...

—¿Y qué efectos nota en la gente?

—Se ve que algo ha pasado, cambian, esto les da placer, sucede, produce el
encuentro con uno mismo y el vínculo con los otros. Algo se pone en
movimiento, conecta y se empiezan a ver cambios. Lo único que hago es
estimular las potencialidades que todos tienen. Yo nunca hablo de
curar, sino de cambiar. Y cualquiera sea el problema, siempre habrá
algo que se pueda modificar.

- Por Clarisa Ercolano

 

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